Probablemente pienses que la felicidad no existe, pero y si piensas que “felicidad” es solo una palabra que define el sentirte tranquilo, en paz, relajado, satisfecho y te permite disfrutar lo que ahora sucede en tu vida?… cambia, ¿cierto?
Sentir felicidad no tienen que ser una constante, porque de lo contrario no valoraríamos ese sentimiento, ese momento en que todo se alinea y podemos decir “!Qué feliz soy!”.
Si partimos de esa idea, viene la siguiente pregunta:
¿Necesitamos estar con alguien para ser felices?
Yo creo que la felicidad es algo que debe venir de nuestro interior, depende totalmente de nosotros sentirla y saber tenerla.
¿Cómo lograrlo?
Pues festejando esos logros personales, esas satisfacciones, querernos y valorarnos por quienes somos, lo que podemos dar y somos afortunados de recibir.
Entonces ¿no crees que la felicidad es una decisión?.
La “felicidad” podemos encontrarla en todo lo que hacemos diario, en nuestro trabajo, poder convivir con familiares y amigos, poder disfrutar de pasatiempos o algún hobby, comer algo rico, etc. Por lo que nuestra felicidad no debe, ni puede depender de otros para existir… aunque es válido permitir que las personas que nos quieren contribuyan a ella, pero “Ojo” solo permite que entren e influyan en esta parte quienes realmente aporten algo positivo para ti.
¿Por qué no es justo que “le colguemos” a alguien nuestra responsabilidad de ser felices?
Lo más común es atribuir nuestra felicidad o la falta de, a nuestra pareja, si es que la tenemos, o al hecho de no tenerla…
Frases como:
¡Mi pareja me hace feliz!.
¡Con mi pareja, finalmente encontré la felicidad!.
He terminado con mi pareja, pues no soy feliz.
No soy feliz porque no tengo una pareja…
Seguramente las has dicho o las has escuchado tantas veces que te hacen pensar que es verdad, que debemos estar en pareja, o en compañía para ser felices, pero la verdad es que ninguna de esas afirmaciones es sana, ni cierta y es que se pone demasiada presión sobre alguien más y no es justo colocar tu alegría en las manos de otra persona, entendamos que nuestra felicidad no puede estar condicionada por ninguna otra persona; solo por nosotros mismos.
Y ¿cómo cambio esa forma de pensar?…
¿Qué tal si pensamos y nos repetimos este tipo de frases?
“No busco a alguien que me haga feliz, quiero estar con alguien para compartir mi felicidad”.
“Mi felicidad depende de ver lo bueno en cada día”.
“Puedo crear mi felicidad sin necesidad de estar con alguien más y depende de mí querer compartirla”.
“Quiero estar con alguien, (un amigo o una pareja romántica), pero eso no implica que esa persona “me deba hacer feliz”.
Imagínate si ya eres feliz, puedes sentirte más feliz y pleno con ese alguien a tu lado…
Y bien, si pensamos de esta manera, cuando cualquier persona decide irse de nuestra vida, “la felicidad” no se vea afectada o destruida, ya que haremos lo posible por salir adelante solos, (como antes de decidir compartir nuestras emociones con ella).
La realidad es que las relaciones siempre cambian y siempre cambiarán, a veces para bien y otras para mal y de nosotros depende mantener el estado de ánimo y la alegría de vivir; somos responsables de nuestras propias emociones…
Si una persona puede hacerte feliz, es igual de fácil que te haga miserable. Y Nadie debe tener ese tipo de poder sobre tus emociones.
Entonces… ¿Qué piensas, la felicidad existe o se crea?
Te propongo intentar crearla día a día, ¿cómo?, pues:
-Vive sin pensar de más sobre otras personas y lo que quisieras que hagan por ti.
-Aprende a disfrutar con lo que tienes que lidiar en tu trabajo y piensa que eres afortunado de tenerlo, pues paga el café de la mañana, la comida rica y los paseos (por ponerte un ejemplo).
-Admira y disfruta lo linda o guapo que te ves hoy, poder oler el perfume que te encanta.
-Disfruta la música que te pone de buen humor; olvida las rolas corta venas, esas déjalas para ponerle sentimiento al karaoke con los amigos.
-Mira las flores, el cielo, la lluvia yyy todo lo que nos regala la vida a diario y ahora sí, da gracias y sé feliz…
Inténtalo y cuéntame qué tal te va…
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